Hace tiempo que no dedico ni 5 minutos a abrir mi blog, pero como ya ha pasado en otros países, el coronavirus arrasa con todo. Arrasa con nuestra libertad, con nuestra rutina, con nuestros besos y abrazos, y como no, con nuestros trabajos. Arrasa con nuestra economía, con nuestra tranquilidad... Arrasa con todo. Y sí, yo también he sido una víctima laboral del coronavirus.

El gobierno (da igual el color, habría pasado lo mismo estuviera quien estuviera en el poder) nos dice que nos va a amparar, crean los ERTES para proteger al trabajador, pero la realidad es bien distinta. A 23 de marzo firmé mi finiquito, y en un abrir y cerrar de ojos, me vi sin trabajo. Al igual que mi pareja, los dos, que no teníamos tiempo nunca para nada, de la noche a la mañana nos vemos confinados en casa, sin trabajo y sin ingresos, ¿pero sabéis qué? Con dos niños preciosos que hacen que nuestra familia sea perfecta. Y con la esperanza de que todo va a salir bien.